Tres vaqueros habían conducido el ganado desde esa mañana muy temprano. Uno de ellos era navajo.
Ocupados todo el día con los animales que se extraviaban, no habían tenido tiempo de comer. Casi al final de la jornada, los vaqueros empezaron a hablar del hambre que tenían y de los platos abundantes que iban a comer cuando llegaran al pueblo. Cuando uno de ellos les preguntó al navajo si tenía hambre, éste sólo se encogió de hombros y dijo "NO".
Esa noche, ya en el pueblo, los tres pidieron bifes grandes. Al ver que el navajo comía todo visiblemente con gusto, uno de sus amigos le recordó que menos de una hora antes les había dicho que no tenía hambre.
" No era prudente tener hambre entonces, respondió. No había comida¨.
Como dice el libro de Eclesiastés, ¨hay un tiempo para cada cosa¨. Lo importante es saber reconocer y darse cuenta, cual es ese tiempo y ese momento.