martes, noviembre 10, 2009

MARTES DE CUENTOS


EL FOGON IMPOSIBLE


Era una región muy fría. Los hombres eran pobres y no tenían medios para defenderse contra una temperatura que los mataba. Una viajero pasó por esa región y se apenó mucho. El viajero era muy sensible al dolor y amaba a las personas que sufren. Y pensó mucho tiempo cuál podría ser la solución para aquel problema.

Después de largas reflexiones creyó posible una salida. Aquellos hombres podrían reunirse en la noche, cuando el frío se hacía más crudo, y abrigarse todos juntos en un fogón. Hizo un primer viaje. Él mismo llevó la leña para el gran fogón y explicó su proyecto a la gente de la región.

Como no podía llegar él mismo al lugar donde se haría el fuego salvador, entregó a cada persona un pedazo de buena leña. A varones y mujeres, a los adultos y a los niños, a todos les entregó un trozo de leña de acuerdo a sus fuerzas. Dejó las instrucciones necesarias, y se fue con la promesa de regresar cada día con una carga de leña para el fogón de cada noche. El sol cayó rodando detrás del horizonte. El frío cabalgó sobre la brisa y comenzó a correr sobre la región.

Los habitantes de la región se pusieron lentamente en marcha, hacia el lugar indicado, hacia el fogón de cada noche.

Llegaron, formaron un gran círculo en torno al lugar indicado. Se miraban silenciosos los unos a los otros. Cada uno abrazaba entre sus ropas un pedazo de leña, como si fuera su propia salvación.

El jefe de la región se dirigió al centro del círculo y dijo a los que estaban reunidos: “Gracias a la bondad del viajero que nos visitó, se compadeció de nosotros, hoy dormiremos sin temor de morirnos de frío. Encenderemos una gran hoguera con la leña de cada uno, y dormiremos al abrigo de su calor”.

Y fue a sentarse en su lugar en el círculo. Él también apretaba entre sus ropas un pedazo de leña, como si acariciara su propia salvación.

Hubo un largo silencio… nadie se movió de su lugar… cada uno apretó más fuerte entre sus brazos su propio pedazo de leña. El frío se hizo como cintas de acero y cortaba la piel. Todos comenzaban a temblar…

Uno dijo al de su lado: “dónde está el fogón”. El otro respondió: “yo no veo nada, nos engañaron!”. Un confuso murmullo recorrió la ronda. Era de rabia y de protesta. Después fueron gritos, discusiones e insultos. Y comenzaron a levantarse para marchar a sus casas…

El frío congeló las voces de la región. El silencio era como bloques de hielo que apretaba los árboles y las casas con un guante de cristal. El sol anunció la bondad de un nuevo día. Sus primeros rayos fueron rompiendo el cerco del frío..

La aldea despertó. Pero durmió en muchos que habían muerto. Y llegó nuevamente el viajero generoso. Venía con su carga de leña…

Los habitantes de la región comenzaron a salir de sus casitas precarias. Se acercaban al viajero amigo… Lo miraban con ojos de rabia. El viajero amigo no comprendía.

De pronto gritaron juntos: “¡Usted nos engañó, fuimos al lugar señalado y no encontramos el fogón. Se nos murieron muchos de frío!...

Y el buen hombre comprendió, entonces con mucha calma pero con una voz tan potente que les dio miedo a los habitantes de la región, les dijo: “¡Ustedes son responsables de los que anoche murieron de frío¡ ¿No les dí acaso la leña necesaria para que todos se abrigaran junto al fuego? Pero ustedes son tan egoístas, que cada uno guardó su pedazo de leña. ¿No se dan cuenta de que la gran hoguera sólo se hará si todos entregan su pedazo de leña?...”

Y el viajero amigo se marchó amargado. Los habitantes de la región se miraron y se alejaron a sus casas pensando.

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